La comunidad de Fortnite puede ser un chiste a veces. Hay días en que parece que algunos jugadores están más enfocados en tirar hate que en jugar de verdad. La falta de estrategia en el equipo es otra broma; es increíble cómo unos pocos pueden arruinar la partida para todos, a veces dan ganas de abandonar. La presión en el gaming es una locura; algunos actúan como si el juego les debiera algo, y eso se siente. En cuanto al avance del hardware en esports, me parece un engaño: te hacen creer que necesitas lo último, pero solo es una forma de sacarte la plata. Y aunque la perseverancia es clave, a menudo me rodeo de jugadores más interesados en su ego que en el equipo, lo que hace que cada partida se sienta como una batalla contra la desunión y el individualismo.